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Liderar desde la Humildad: el superpoder de los equipos que aprenden

Actualizado: hace 4 días

Durante años, la imagen dominante del liderazgo estuvo asociada al control, la certeza y la respuesta rápida. El líder como figura incuestionable, que debía tener todas las respuestas y marcar siempre el rumbo.

Pero en contextos como el actual (que tienen cierta complejidad, son cambiantes e inciertos), ese modelo no solo empieza a quedar obsoleto, sino que se vuelve un freno para la evolución de los equipos.

Hoy, una nueva habilidad gana terreno entre quienes lideran con impacto real: la humildad. Algo tan simple y básico como eso.

Liderar desde la humildad no significa renunciar a la autoridad o a la toma de decisiones. Al contrario: implica un uso más maduro del poder. Significa aceptar que no siempre se sabe, que otras voces pueden enriquecer las decisiones, que reconocer una equivocación no debilita la imagen de liderazgo, sino que la fortalece.

¿Por qué? Porque en culturas donde el error se puede nombrar, también se puede aprender. Y en contextos donde el líder habilita la escucha genuina, emergen propuestas, ideas y capacidades que, de otro modo, quedarían silenciadas.

Abrir espacio al “no sé”

Una de las prácticas más potentes y sencillas que puede implementar un líder es decir “no sé” cuando verdaderamente no sabe. Puede sonar contraintuitivo, pero en la práctica, habilita conversaciones mucho más reales, más honestas y más colaborativas.

¿El equipo te hace una pregunta compleja y no tenés la respuesta? Podés probar con: “No tengo la respuesta todavía. ¿Cómo lo piensan ustedes?” Esa apertura, lejos de erosionar tu rol, fortalece la confianza y construye una dinámica de responsabilidad compartida.

Tres claves para liderar desde la humildad

  1. Preguntar antes que responder No todas las reuniones necesitan arrancar con una bajada. A veces, una buena pregunta a tiempo habilita caminos que no habías considerado. ¿Qué ven ustedes que yo no estoy viendo? ¿Qué más podríamos hacer?

  2. Abrir el juego a ideas distintas Cuando el líder da espacio para caminos alternativos —incluso si no coinciden con su propia mirada— demuestra madurez emocional y fomenta la creatividad.

  3. Reconocer cuando algo no funcionó Nombrar un error, pedir ayuda o ajustar una decisión no es señal de debilidad. Es señal de responsabilidad y compromiso con la mejora continua.

Liderar con humildad es, en definitiva, liderar con inteligencia colectiva. Porque cuando se abre espacio para que otros también lideren desde su lugar, los equipos se vuelven más ágiles, más resilientes… y mucho más humanos.

En Ikigai acompañamos procesos de transformación cultural donde el liderazgo se entrena, se revisa y se reconfigura en comunidad.

 
 
 

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